La limitación a un espectro de frecuencias más estrecho que el rango dinámico de la voz humana, la ausencia de interacción con los oradores y el público y la pérdida de elementos comunicativos paralingüísticos y no verbales exigen un mayor esfuerzo para comprender el mensaje original, incrementando la carga cognitiva soportada tanto por los asistentes como por los intérpretes.
En el caso de estos últimos, este fenómeno, conocido como “fatiga Zoom”, produce una sensación de agotamiento, dificulta la concentración y disminuye la capacidad de procesamiento y reformulación del mensaje.
Por ello, cuando trabajan en remoto, los equipos de intérpretes deben organizarse en turnos más breves.