La capacidad del cerebro humano de mantener la atención es limitada: esta decae drásticamente al cabo de 20-30 minutos.
Aunque un intérprete puede trabajar en solitario hasta un máximo de 90 minutos, para conseguir el mejor resultado, es muy recomendable contar con un equipo de dos intérpretes por par de idiomas.
Estos se relevan cada 20 o 30 minutos, y durante su turno de descanso, el intérprete pasivo ayuda al intérprete activo y supervisa el buen desarrollo del servicio.
La duración efectiva depende de diversos factores, como la dificultad del contenido, la duración de cada intervención, las preferencias de propios los intérpretes y desde luego la calidad del sonido recibido.
En interpretación simultánea remota, el fenómeno llamado “Fatiga Zoom” causado por las condiciones más exigentes de esta modalidad de trabajo obliga a acortar los turnos para evitar la pérdida de concentración del intérprete.
En la práctica, los intérpretes se adaptan rápidamente a las circunstancias y a cualquier imprevisto, y se relevan tantas veces como sea necesario. Para facilitar esos relevos, lo ideal es que trabajen juntos desde un mismo espacio (centro o gabinete de interpretación).